martes, junio 08, 2010

TEATRO. Susana en el agua y con la boca abierta. "Preguntas, preguntas, preguntas".


De Fernanda Orazi.
Con: Marianela Pensado y Mey-Ling Bisogno.
Dirección: Fernanda Orazi.
XXVII Festival de Otoño en primavera.
Madrid. Teatro Pradillo.

"I thought thy bride-bed to have deck’d (sweet maid)
And not have strew’d thy grave".

Hamlet, acto V. Shakespeare.

¿Es totalmente sincera la reina Gertrudis cuando pronuncia estás tremendas palabras mientras esparce flores sobre el cadáver insepulto de Ofelia?. Sinceras o no, enuncian por la violencia del oxímoron lo incomprensible de la tragedia de la inocente doncella, víctima de una concatenación fatal de causas y efectos, desencadenada, entre otras cosas, por el comportamiento indigno de la propia reina, que no había dudado en meter en su cama a su cuñado Claudio, cuando las sábanas aún conservaban el calor del cuerpo de su marido muerto.


La tragedia de Ofelia es su suicidio, precedido de su locura, precedida de su desafección amorosa y del dolor por la muerte de su queridísimo padre Polonio a manos precisamente del hombre al que ama. Pero a Fernanda Orazi, esta joven e inquisitiva dramaturga bonaerense no parecía bastarle con esta explicación o, en cualquier caso, se aprovecha del doloroso trance de esta heroína shakespiriana para proponer una indagación sobre las razones que pueden llevar a un ser humano a optar por su aniquilación.

Y lo que parece una conversación intrascendente de dos amigas que glosaran, para matar el tiempo, las siempre truculentas y espeluznantes circunstancias de las varias formas de quitarse la vida, se transforma sin que nos demos cuenta en una reflexión de hondo calado sobre las múltiples enfermedades de las sociedades de nuestro tiempo: la falta de amor, la soledad, el sufrimiento, la locura y la muerte. Con un discurso u tanto errático, jalonado de chanzas que aligeran la tensión dramática y de interludios musicales en los que la acción física sustituye a la palabra, dos espléndidas intérpretes, que dan vida a dos mujeres del montón, más cándida y crédula la primera, más escéptica, hasta nihilista, si se quiere, la segunda, se hacen preguntas y más preguntas sobre la muerte, preguntas que devienen una confesión personal de sus propios miedos, inseguridad y angustia.

Desde una perspectiva femenina -que no feminista-, lúcida, apasionada y plena de sentido común, ancladas en este presente nuestro carente de certezas, sus preguntas sobre la felicidad, sobre la existencia o sobre el sentido del tiempo nos resultan extrañamente familiares y próximas. Y a veces pensamos que los dos personajes no son sino el haz y el envés de una misma personalidad escindida que busca desesperadamente una identidad en la que reconocerse. Y percibimos en ellas, a ratos, el temblor y la desolación de los personajes de Sarah Kane, o el humor un tanto amargo y la retranca de los personajes de Campanella o de Tolcachir, y cómo no, la soledad, la impotencia y el absurdo de filiación beckettiana.

Gordon Craig.

Susana en el agua y con la boca abierta.

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