viernes, junio 27, 2008

TEATRO. EL RINCON DE GORDON GRAIG. Nunca estuviste tan adorable. "La imposible reconstrucción del pasado".

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Texto y dirección: Javier Daulte.
Con: Anabel Alonso, Rubén Ametllé, Albert Ausellé, Lurdes Barba, Francesc Lucchetti, Carme Poll y Mireia Sanmartín
Madrid. Teatro Valle-Inclán. 1 de junio de 2008.



Escribe Javier Daulte en el programa de mano que nos facilitan a la entrada que la obra cuenta la historia de la familia de su madre. Autobiográfica o no, eso es lo que menos importa, porque, a fin de cuentas, ¿qué obra literaria o teatral no exhibe más o menos pudorosamente alguna herida sin cicatrizar, fruto de las innumerables escaramuzas que el autor -al igual que el común de los mortales-, libra día a día consigo mismo o con quienes le rodean para combatir aquello que coarta su libertad, que entorpece la realización de sus sueños, o que, simplemente, le hace un poco más infeliz? Aquí el dramaturgo exhibe claramente la herida del tiempo: el fracaso en el empeño de la reconstrucción de lo imposible.

La sucesión de escenas que articulan Nunca estuviste tan adorable parecen haber sido rescatadas caprichosamente por la memoria de un anecdotario interminable, pero tal selección obedece a un criterio definido: la pieza recrea, ante todo, un paisaje emocional: la evocación de un tiempo feliz, de los asombros e inocencia de la infancia, de la madre, (sobre todo de la madre), de las lecturas y los juegos de la juventud, de la amistad o de la tibia y problemática iniciación erótica. Y en su aparente insignificancia y cotidianeidad todos y cada uno de esos recuerdos están aureolados de una atmósfera de intenso lirismo y tienen la marca indeleble de lo imperecedero.

Escenografía y vestuario de pulcra factura y definitivo aire retro, incluida la ambientación musical “sesentera”, coadyuvan eficazmente a ubicarnos en el pasado en el que la acción se desarrolla y a mostrarnos un mundo caduco sobre el que se extiende, empero, un velo de indulgencia a través de la nostalgia de la mirada.

Y en el fondo parece como si se añorase ese núcleo familiar sui géneris, con su vida plácida y sin sobresaltos, con sus recelos ante cualquier incidencia que amenazase el precario equilibrio sentimental, con el padre abnegado y ausente, con la madre obsesiva y neurótica, halagada por sus “admiradores”, preocupada por las manchas de la moqueta o por el lugar exacto que ocupa el cenicero sobre la mesita del cuarto de estar mientras el mundo se transforma o se derrumba a su alrededor sin que acierte a darse cuenta hasta que ya es demasiado tarde.

El trabajo de dirección es espléndido. Javier Daulte maneja los tiempos con soltura dosificando adecuadamente los climax y anticlímax y convirtiendo el montaje en una auténtica caja de sorpresas, con escenas chuscas, disparatadas y algunas que son verdaderamente antológicas, como la de la primera visita a la casa familiar del pretendiente de Noe, o el sorprendente y glamouroso final, propio de una superproducción de Hollywood, que atestigua el valor de la fantasía como antídoto contra la pérdida. El trabajo de actuación es asimismo impecable, dentro de una muy buena tónica general, destaca quizá la versatilidad de Anabel Alonso, que dentro de su línea habitual hace una sólida creación en el papel de Blanca; o el de Lourdes Barba en el de Marta, esforzándose por conservar sus lazos afectivos y su dignidad mientras lucha contra los estragos del tiempo.

Gordon Craig.
4-VI-08

CDN. Nunca estuviste tan adorable.

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