jueves, octubre 15, 2015

TEATRO. Trilogía sobre algunos asuntos de familia. "Momentos inolvidables".

Los autores materiales, El autor intelectual y Cómo quieres que te quiera.
De Jorge Hugo Marín.
Con: Juana Arboleda, Juan Pablo Acosta, Luna Báxter, Celia Becerra, Juanita Cetina, Carmena Cossío, Daniel Diaza, Miguel González, Jorge Hugo Marín, Fernando de la Pava, Angélica Prieto y Rodolfo Silva
Compañía teatral “La Maldita Vanidad”.
Dirección: Jorge Hugo Martín.
Madrid. Teatro Valle-Inclán.
























Constituye esta Trilogía del joven dramaturgo y director Jorge Hugo Martín (Medellín, Colombia, 1981), un vívido friso de la sociedad colombiana contemporánea. En la línea verista de los creadores argentinos Rafael Spregelburd o Claudio Tolcachir (recuérdese Tercer cuerpo o La omisión de la famila Coleman) su teatro es un teatro de urgencia, sin concesiones a lo superfluo o al artificio, que nace de una genuina necesidad de explorar con una mirada nueva y sin prejuicios algunas disfunciones que empañan la convivencia en la familia y en otros círculos sociales; lacras o anomalías ligadas a la obsesión por el estatus o a los roles sociales o a ciertos tópicos heredados de generaciones pasadas exacerbadas en un contexto general de violencia soterrada o explícita. De hecho, la primera de las obras (Los autores materiales) arranca con la comisión de un brutal asesinato perpetrado por tres estudiantes de universidad en la figura de su casero que ha venido a su apartamento para reclamarles tres mensualidades de alquiler y termina con el clima de amenaza que se instala entre los empleados de una sala de festejos durante los preparativos de la fiesta de iniciación de una caprichosa “quinceañera” hija, por más señas, de un capo de los cárteles del narcotráfico colombiano, que es el argumento que se desarrolla en la última pieza de la trilogía: Cómo quieres que te quiera.

Se trata de tres obras autónomas unidas para la ocasión -con buen criterio, a mi juicio- en un solo espectáculo que, aunque se hace un poco largo -las obras duran casi una hora cada una a lo que hay que añadir la espera de los intermedios peregrinando de espacio en espacio-, proporciona esa visón panorámica de la sociedad colombiana a la que aludíamos arriba y, a la vez, da cuenta de la versatilidad de la compañía para desenvolverse en diversos tonos y registros, desde el inquietante clima de suspense de Los autores materiales, donde la tensión puede cortarse literalmente con un cuchillo hasta el descacharrante tono paródico-burlesco con trazas de humor negro de Cómo quieres que te quiera pasando por el sesgo tragicómico con tientes de sainete costumbrista de El autor intelectual.

Resulta estremecedora la truculencia de las escenas iniciales mientras lenta y pausadamente los “autores materiales” se van deshaciendo de las huellas de su crimen, impacta asimismo ese largo silencio durante el que los asesinos parecen valorar el alcance y consecuencias del mismo, y la violencia latente tras la mirada aviesa y taciturna de El Negro (Fernando de la Pava), el nerviosismo de Sebastián (Miguel González), y el torpe disimulo de ambos ante las intempestivas preguntas y más preguntas de la parlanchina Mercedes (Ella Becerra).

El destartalado cuchitril donde viven los estudiantes, escenario de la carnicería de la primera pieza, se sustituye en la segunda de las obras por el suntuoso salón de una familia de clase media acomodada. Tras los cortinones del amplio ventanal que se abren para que presenciemos lo que ocurre en el interior, Susana y Jorge se lanzan reproches mutuos con el ensordecedor sonido de fondo del llanto de un bebé. Parecen haber llegado a un punto de no retorno en sus relaciones de pareja. La llegada inesperada de sus cuñados, Sergio (hermano de Jorge) y Elvira trasmuta momentáneamente los gritos y los improperios por los buenos modales. Pero por poco tiempo. Enseguida se rompen los diques impuestos por la cortesía y veremos hasta que grados de ensañamiento –como en Un Dios salvaje, de Yasmina Reza- pueden llegar las discusiones familiares, esta vez a cuenta de quién tiene que cuidar a la madre anciana. La abrupta sinceridad de la inmisericorde Susana (Juana Arboleda) contrasta con los modales exquisitos, el continuo disimulo, el coqueteo y ese aire de no haber roto un plato en su vida de la presumida y autosuficiente Elvira, (soberbia Elia Becerra), que a ratos nos recuerda a la Blanche Dubois de Un tranvía llamado deseo.

El colofón es apoteósico. Con el título de una empalagosa balada para adolescentes, “Cómo quieres que te quiera”, supongo que una más de las que hacen furor entre las púberes de Bogotá o de Medellín, la última de las obras nos sumerge en el edulcorado y cursi ambiente de una típica fiesta-ritual de iniciación de la mujer en la vida social al cumplir los quince años. Todos los tópicos en circulación sobre la virginidad, o sobre la felicidad conyugal, sobre el ideal de belleza femenina o sobre los símbolos de estatus que los parvenues han “comprado” a los miembros de las clases privilegiadas se ponen en solfa. Y hasta la enrarecida atmósfera de intimidación en la que se desarrolla la fiesta y los métodos mafiosos de la “famiglia” son sometido a una sátira inclemente y parodiados hasta el ridículo. Parafraseando el eslogan que los publicistas han acuñado para referirse a estas pomposas y ridículas celebraciones, el elenco al completo nos ofrece un momento realmente “inolvidable”.

Gordon Craig.

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