De Pedro Calderón de la Barca.
Con: Ernesto Mussano, Guillermo Tassara, Joaquín Tato, Lucía Arias, Clara Chardin y Pablo Maidana.
Diseño de títeres: Florencia Salas.
Objetos: Compañía de titiriteros de la Universidad Nacional de San Martín.
Puesta en escena y dirección: Carlos Almeida.
Alcalá de Henares. Corral de Comedias.
Cuando nos acercamos a las obras señeras de la literatura y del
teatro en particular, a las cumbres inmarcesibles en las que brilla el
genio de los grandes creadores, nos embarga su extraordinaria habilidad
constructiva, la abrumadora fuerza de la idea, la hondura de sus
personajes y la belleza y exuberancia del lenguaje; enfrentados a un
panorama humano y a un universo estético tan rico y complejo, acaso
naufragamos un tanto en la visión del todo y perdemos de vista multitud
de facetas que estaban ahí, como las aristas ocultas de un diamante en
bruto esperando la mano del tallista experto que sabe descubrirlas y
exponerlas a nuestra contemplación. Cada nuevo montaje de la obra
desvela aspectos desconocidos del contenido y de los personajes o arroja
nueva luz sobre los mismos al cambiar el punto de vista o los intereses
de los directores que se acercan a ella. Pero quizá sea en las
interpretaciones más irreverentes o en las lecturas más iconoclastas
-como en el caso que nos ocupa, con el argumento y la trama reducidos a
los términos esenciales del conflicto y con los personajes
materializados en títeres de extraña apariencia bestial-, donde ese
proceso de desvelamiento nos depara las mayores sorpresas.
Confiesa Carlos Almeida que el desencadenante del proceso creativo
que ha dado lugar a su montaje de La vida es sueño fue la contemplación
de una foto de un preso de Guantánamo, de rodillas, esposado y con una
mascarilla cubriéndole el rostro. Ello quizá no explique todas las
decisiones en el orden de la dramaturgia y de la puesta en escena que
están detrás de este espectáculo de tan intenso dramatismo y de tan rara
y enigmática belleza plástica. Pero ¡qué sabemos nosotros de los
mecanismos de asociación de ideas! Lo que importa es que esa
contemplación súbita de la tortura y de la privación de libertad, hacen
quizá más comprensible la figura del personaje dramático de Segismundo,
más acuciante dar testimonio de la condición de extrema menesterosidad
en que se halla, de la dureza y crueldad, lindante con lo monstruoso,
con la que es tratado por su propio padre, temeroso de los hados y presa
de la superstición, y justificar, en fin, la violencia y fiereza de sus
reacciones. (En algún lugar el príncipe se define a sí mismo como “un
compuesto de hombre y fiera”).
Música y ambientación son acordes con el aspecto de estos extraños
seres de la estirpe de los dragones que pueblan la escena retrotrayendo
la peripecia de Segismundo a un tiempo mítico, legendario, donde fuerzas
oscuras parecen oponerse al ejercicio de la razón; pobladores de un
universo misterioso que hunde sus raíces en la nebulosa del sueño en un
tiempo que está fuera del tiempo y en el que sin embargo, las palabras
resuenan con más fuerza que nunca entre los quejidos desgarradores que
humanizan al monstruo en su lamento por su carencia de libertad. Y la
sonoridad y hondura de los versos calderonianos magníficamente
incorporados a la morfología y movimientos de los títeres no se
menoscaban un ápice por parecer emitidos por estos extraños seres con
cuernos y pico corvo de rapaz, cuello de hidra y enigmática mirada,
antes bien ofrecen un espléndido contraste -una vez más la antítesis
luz/oscuridad- a lo monstruoso y primitivo de estas bestias que parecen
salidas del Averno.
Completamente absorto durante toda la representación el público
aplaudió con entusiasmo a la caída del telón. Ganadora merecidamente del
primer Certamen Internacional de Teatro Clásico de Almagro Off este
mismo año, esta arriesgada y heterodoxa visión de la obra de Calderón
constituye un espléndido y prometedor inicio de temporada para el Corral
de Comedias.
Gordon Craig.
La vida es sueño. Corral de Comedias de Alcalá de Henares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario