Texto y Dirección de: Lidia González Zoido.
Colectivo 96º.
Con: David Franch y Lidia González
Zoido.
Alcalá
de Henares. Corral
de Comedias.
A partir de
los años 60 (y desde mucho antes) la idea del teatro como “representación”
(re-presentación de una realidad preexistente) entró en crisis. Simultáneamente
se inició un proceso de ruptura del “pacto ficcional”, ese acuerdo tácito entre
actores y público por el cual el espectador interpreta como ficticio,
inventado, no-verdadero o sin existencia real, todo lo que ocurre en el
escenario una vez que se apagan las luces de la sala y comienza la función. La
evolución de un segmento importante de la práctica escénica desde entonces se
puede describir gráficamente como un proceso de “acortamiento” de esa distancia
-insalvable, hasta esos años-, que separaba realidad y ficción,
hasta llegar a la performance, un tipo de espectáculo en el que -por
seguir expresándolo en términos cuantitativos- esa distancia tiende a cero.
Premio al
espectáculo más innovador en la Feria de Teatro de Huesca 2011, este montaje de
“Colectivo 96º” que vimos la otra noche en el Corral, se inscribe precisamente
en esta corriente de reflexión sobre los límites de la ficción y sobre la
naturaleza huidiza, lábil y cambiante de la representación. Partiendo de una
consideración de las diferentes formas engañosas, fingidas, de dar un beso de
amor en escena (un beso en la boca, naturalmente), sin que el público
descubriera que no se llegaban a tocar los labios de los actores, Lidia
González y David Franch hilan una ingeniosa y divertida secuencia de escenas
que tienen por objeto “representar” diversos aspectos de la representación
misma, o dicho de otra manera, de teatralizar la representación.
En interacción
constante con el público, -en una sala que permanece en todo momento iluminada,
como el escenario-, los actores “entran” y “salen” del papel, los vemos adoptar
determinadas poses y abandonarlas en un juego sutil de cambio de roles y de
registros que pone en evidencia las convenciones y las mentiras de la
representación. Se trata de un espectáculo breve pero intenso, fruto de una
rigurosa experimentación y en el que el trabajo de actuación discurre por lo
general al margen de códigos conocidos. Coherente en su conjunto, depara
múltiples ocasiones para la reflexión y para la diversión con momentos
verdaderamente antológicos, hilarantes, como el sketch en el que las caras de
los actores se sustituyen por fotografías a tamaño natural de expresiones
estereotipadas, de éxtasis, de terror, de extrañeza, ..., mientras el
movimiento corporal acompaña esas expresiones faciales; o la del striptease
(fingido, claro) de una espectadora de la primera fila por persona interpuesta.
Siempre
cordiales y respetuosos en su relación con el público, Lidia González y David
Franch consiguen el objetivo de implicar a los espectadores en la acción
obligándoles (obligándonos) a salir del cómodo rol de meros espectadores
pasivos amparados en el anonimato de la oscuridad del patio de butacas y a ser
copartícipes del espectáculo.
Gordon Craig.
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