martes, diciembre 07, 2010

TEATRO. Romeo y Julieta. "Bye bye happiness".


Versión de Francisco Vidal y Antonio de Cos a partir de textos de William Shakespeare.
Con: Fernando Escudero, Carlota Romero, Ana Bettschen, Francisco Vidal, Antonio de Cos, Sergio Álvarez, Joaquín Navamuel, Pablo Méndez, Sol de la Barreda y Fernando Sola.
Dirección: Francisco Vidal.
Teatro Galileo, Madrid. 27 de noviembre de 2010.


Los acordes del Bye bye love, de Roy Orbison (un rockero coutry-pop británico de los años sesenta), que acompañan la caída del telón del montaje que comentamos, con su acento entre doliente y resignado por la pérdida de la amada, (Bye bye love, bye bye happiness/ hello loneliness I think I’m gonna cry/... ) dan una idea bastante aproximada de la atmósfera sentimental levemente romántica en la que Francisco Vidal quiere envolver, como si fuera papel de celofán, los desventurados amores de los celebrados amantes de Verona.

Conocido de sobra el argumento de esta tragedia, el acicate para asistir a un nuevo montaje de Romeo y Julieta radica, por un lado, en volver a escuchar por enésima vez los hermosos versos de Shakespeare y sus inspiradas imágenes de la seducción y el deseo, del odio y la violencia entre rivales, de la amistad, del amor y de la muerte, y por otro, en someter a una comprobación de rutina el nivel del trabajo de los actores jóvenes y su idoneidad para enfrentarse con éxito a los textos canónicos, máxime cuando la compañía responsable de dar vida a esos inolvidables personajes (al voluble e impetuoso Romeo, a la dulce y apasionada Julieta, al noble y sarcástico Mercucio o al orgulloso y vengativo Teobaldo), se dice depositaria del prestigio de William Layton y su teatro laboratorio.

Y a fuer de sinceros cabe decir que estas expectativas quedan sólo a medias satisfechas. Mas que de una versión, se trata de una adaptación en toda regla en la que se han suprimido multitud de escenas y personajes. Puestos a ello, parece acertada la decisión de respetar y potenciar las tres líneas básicas del conflicto: la rivalidad entre Montescos y Capuletos, la relación de Julieta con su nodriza y la peripecia de los amantes, complementada con la labor mediadora de Fray Lorenzo; no es tan acertado, en cambio, -salvo en las escenas cumbre donde se respeta en su literalidad el contenido de los diálogos-, el trabajo de dramaturgia; de hecho, en las interpolaciones y arreglos necesarios para salvar el escollo de las escenas suprimidas el lenguaje se ha sometido a un proceso de actualización errático y escasamente consistente. El trabajo de los actores también ofrece luces y sombras. En general muestran un mejor nivel de trabajo los actores que representan a los personajes más jóvenes, quizá porque tienen mayores oportunidades de lucimiento. Está muy logrado el ambiente de camaradería que se genera entre Romeo, Benvolio y Mercucio, sus bromas, chanzas y francachelas dan una idea bastante atinada de la impetuosidad, sinceridad, espíritu de rebeldía y un cierto atolondramiento que guía el comportamiento de estos alegres y despreocupados adolescentes. Antonio de Cos, en particular, hace un espléndido papel de Mercucio, un bromista impenitente, irónico, ingenioso y sagaz, que muestra una notable presencia de ánimo y seguridad en sí mismo. Muy en sazón están también algunas escenas en las que comparten protagonismo Julieta y la nodriza (Ana Bettschen), un personaje este último, por lo demás, de caracterización imprecisa y con remembranzas celestinescas. Lo más destacado, en fin, por lo que al trabajo de actuación se refiere está constituido por varios monólogos de Julieta (Carlota Romero) y por sus vis a vis con Romeo; en dichos monólogos (por ejemplo sus reflexiones en voz alta antes de tomar el narcótico) hay una genuina labor introspectiva, y hay una entonación y una gestualidad que nacen de necesidades expresivas verdaderamente sentidas y que son fruto de un profundo conocimiento del personaje y muestras de indudable talento. Menos convincente es Fernando Escudero en un Romeo asaz enfático y atropellado aunque su trabajo ocasionalmente depara momentos para el disfrute y el regocijo.

Gordon Craig.


Romeo y Julieta. Compañía Laboratorio de Teatro William Layton.

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