viernes, febrero 13, 2015

TEATRO. Lover: “¡Oh! ¿Tú sabes cómo son las Hadas? ..., pequeñitas ...¡Es admirable, pueden bailar sobre mi dedo meñique!”

Idea y creación de Marta Marco y Andrés Beladíez.
Manipuladora: Marta Marco.
Escenografía, espacio sonoro y diseño de iluminación: Marta Marco y Andrés Beladíez.
Dramaturgia y dirección de Andrés Beladíez.
Madrid. Teatro Lara. Sala Off.

“¡Oh! ¿Tú sabes cómo son las Hadas? ..., pequeñitas ...¡Es admirable, pueden bailar sobre mi dedo meñique!”

Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. De Federico García Lorca.
Cuadro Tercero.



Tras meses de preparación y de un breve rodaje el último espectáculo de Andrés Beladíez y Marta Marco, Lover, recala ahora en la sala Off del madrileño teatro Lara, donde podrá verse todos los martes durante los meses de febrero y marzo

Si estamos de acuerdo con el gran escenógrafo norteamericano Robert Edmond Jones en que el teatro no debe de perder nunca su sentido del asombro, de la maravilla, hay que advertir que, aunque pensado inicialmente para un público adulto, para disfrutar plenamente de Lover hay que hacerse un poco como niños, recuperar en lo posible esa mirada limpia, esa sensibilidad a flor de piel, esa disponibilidad absoluta y sin reservas para rendirse al encantamiento de las imágenes, de la música y de la luz que trasfigura los objetos. De hecho, si cada espectáculo lleva -o debería llevar- inscritas en sí mismo unas pautas de lectura, un manual de uso para su correcta decodificación, las de éste, de una radicalidad estética extrema, son también excepcionalmente exigentes; nos están pidiendo con exquisitos modales, pero con gesto imperioso, que retiremos cualquier barrera o cortapisa que nos impida abandonarnos en el tibio regazo de la fantasía.

Apoteosis de la irrealidad de unos pequeños muñecos de guiñol (¡Oh las Hadas! ..., ¡las Hadas! ) interactuando con objetos cotidianos que parecieran sacados del desván de los recuerdos o de la maleta del mismísimo Marcel Duchamp, la atmósfera intima y cálida que irradia este escenario de pequeñas dimensiones nos envuelve desde el minuto uno instaurando una complicidad, una empatía, como se dice ahora, que ya quisieran para sí muchos espectáculos de formato estándar.

En las manos de Marta Marco, que se revela como una experta manipuladora, diminutos muñecos y objetos en desuso cobran repentinamente vida propia para relatarnos las tribulaciones de un amante bizarro en breves secuencias que describen desde la contemplación extática del objeto amoroso a la búsqueda de lenitivos para sobrellevar el vacío y la ausencia, pasando por el dolor por la pérdida, por el despecho, por la desesperación o por el deseo de encapsularse para protegerse de los demás, todo ello en una atmósfera hiperreal de luminiscencia cambiante y en un marco sonoro de baladas legendarias, tecno pop o la caricia de los acordes de una caja de música.

El humor y la ironía que impregnan muchas de las secuencias, y que hacen sonreír a los espectadores, no terminan de enmascarar un cierto aroma de nostalgia que desprende el espectáculo, incluso con alguna veleidad fetichista, como en la presencia de ese pañito bordado de encaje a modo de sábana que cobija los sueños y las fantasías eróticas del protagonista. Y hay, desde luego, hallazgos visuales geniales, como ese intento frustrado de detener el tiempo, materializado por un Chaplin redivivo encaramado a la esfera de un reloj e intentando frenar el avance de las manillas; o ese simpático“idil io” con la botella de whisky en medio de la pista de una discoteca; o el viejo flexo vintage reconvertido en improvisada ducha bajo la que se despereza nuestro aguerrido muñeco de trapo, o el espectacular “pas a deux” con el aparato telefónico, en cuyo otro extremo del hilo quizá se encuentra la amante con la que acabamos de romper y que por tantos detalles nos recuerda la angustia y la tristeza infinita de La voz humana, de Jean Cocteau.

Teatro de objetos, de imágenes sin palabras, espectáculo de pequeño formato, pero detallista y luminoso, lleno de sorpresas y de ternura de este director alcarreño de enorme éxito internacional pero que parece no ser profeta en su tierra.

Gordon Craig.

Lover, en el Teatro Lara.
Trailer Lover.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Delicada, íntima, bella, preciosista y con sutiles toques de humor: la última propuesta de Andrés Beladiez.
Una delicatessen sólo apta para paladares refinados.