<< […] [La incapacidad] tiene que ver con una particularidad
española, de la que también hablo en el libro: lo difícil que es en este país
la disidencia verdadera. Tenemos una idea falsa de nosotros mismos, según la
cual somos gente vehemente, que dice lo que piensa y que eso nos distingue de
los extranjeros. Pero aquí es muy difícil decir lo que se piensa. Vivimos en
una sociedad en la que, por falta de tradición democrática, existe una
incapacidad de aceptar con naturalidad las opiniones o las informaciones que
contradicen la ortodoxia establecida por un grupo. […] >>
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