Concepción y dirección de Victoria Thierrée Chaplin.
Con: Aurélia Thierrée, Jaime Martínez y Magnus Jakobsson.
XXX
Festival de Otoño a Primavera.
Madrid.
Teatros del
Canal.
Tiene esta nueva entrega de Aurélia Thierrée el
mismo arranque inesperado e insólito de El oratorio de Aurelia, el
fascinante espectáculo con el que se dio a conocer en España hace ahora casi
tres años. A poco de levantarse el telón nos vemos sumidos en una similar atmósfera
onírica, obligados a abandonar cualquier pretensión de análisis discursivo de
lo que ocurre en el escenario e impelidos a elevar el vuelo por las etéreas
regiones de la fantasía. Sin a penas tiempo para reaccionar el mundo real se
disuelve en una sucesión de imágenes que parecen sacadas de la paleta de un
pintor surrealista o extraídas del polvoriento desván de nuestros sueños.
Mientras espera la llegada del empleado de las
mudanzas una mujer se afana en la tarea imposible de guardar sus pertenencias
en unas desvencijadas cajas de cartón; pero los objetos que ella envuelve
meticulosamente en papel de embalaje no parecen resignarse al traslado y cobran
vida propia, desaparecen, reaparecen, o se transforman ante la incredulidad y
la alteración crecientes de la mujer, como esa tetera que se esfuma en el fondo
de una caja o ese par de zapatos de tacón, color fucsia que, como por arte de
magia, vuelven una y otra vez a sus pies tras infructuosos y repetidos intentos
de descalzarse.
A partir de ahí todo es posible. El papel de
embalaje puede conformar una figura de pesadilla que nos recuerda al abominable
hombre de las nieves y que abraza con ternura a la protagonista; un tocado de
plumas puede convertirse en un pájaro exótico, un fuelle trasformarse en una
misteriosa cabeza de expresión altiva mirada escrutadora, o ella misma, la
mujer, escaparse de un abrazo y desaparecer entre los pliegues de un suntuoso y
elegante vestido de noche para reaparecer por la grieta de un muro o en la
cornisa de un edificio de tres plantas ante la mirada atónita de unos
minúsculos transeúntes silueteados en papel pinocho.
Dirigida por su madre, Victoria Thierée Chaplin, y
secundada por el bailarín y actor Jaime Martínez y por el acróbata cómico
Magnus Jacobsson -responsable de alguno de los números más celebrados de la
función-, Aurelia Thiérrée es la protagonista absoluta del montaje; más allá de
la agilidad del acróbata, de la pericia del transformista o de la voluptosidad
de la bailarina, es su propio encanto personal lo que seduce y cautiva al
espectador: su expresión infantil de asombro, su mirada pícara y seductora, su
enigmática belleza, sus manos prodigiosas y la desenvoltura y el gracejo de su
leve y menuda figura.
Poesía visual, en suma, con imágenes que fluctúan
entre el sueño y la alucinación. Y la reivindicación de un lenguaje propio
vinculado a la tradición más artesanal y primitiva del teatro y de los
espectáculos de variedades.
Gordon Craig.
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