<< […] Una de las sorpresas más desagradables de la democracia fue que la
izquierda abandonara su viejo fervor por la instrucción pública para
sumarse a la derecha en la celebración de la ignorancia. Y así se ha
dado la paradoja de que al mismo tiempo que se cumplía el sueño de la
escolarización universal triunfaba una sorda conspiración para volverla
inoperante. La izquierda política y sindical decidió, misteriosamente,
que la ignorancia era liberadora y el conocimiento, cuando menos,
sospechoso, incluso reaccionario, hasta franquista. […] >>
Memoria crítica de Antonio Muñoz Molina, en El País.
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