<< […] Habían pasado los años sin pena ni gloria. ¿A quién echarle la culpa? Lo que el destino no hizo, él se lo hizo a si mismo. Lo decisivo es siempre acertar en las elecciones, cosa que nunca consiguió. Incluso cuando creía acertar se equivocaba. Para comprenderlo necesitaría poseer cultura. Pero tampoco esto tenía. Lo único cierto era que había deseado lo mejor y a través de todos aquellos años no había aprendido a conseguirlo. […] >>
“
El dependiente” de
Bernard Malamud.
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