<< […] A menudo se dice que un gran escritor no puede
pasar inadvertido. Es mentira. Entre innumerables ejemplos refulge el caso de
James Salter, a quien el reconocimiento le llegó cumplidos los setenta. […] Leo
a Salter porque sus páginas arrojan la certeza, tan común en los grandes
escritores, de que conoce un buen puñado de verdades sobre la vida y los
hombres; verdades que te atraviesan como un rayo e iluminan, de repente, un
fragmento de realidad haciéndote verla como nunca la habías visto. […] >>
“Dios bendiga a James Salter” en El hombre que fue jueves
(El País) de Marcos Ordoñez.
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