viernes, octubre 21, 2011

TEATRO. Veinticinco años menos un día. "Por la senda de Mihura".


De: Antonio Álamo.
Con: Richard Collins-Moore, Ana Fernández, Moncho Sánchez-Diezma, Joserra Leza, Ione Irazabal, Candela Fernández, Juanfra Juárez y otros.
Dirección: Pepa Gamboa.
Madrid, Teatro Español.



Afirmaba Miguel Mihura acerca del humor en una de sus últimas entrevistas: “Es lo más limpio de intenciones, el juego más inofensivo, lo mejor para pasar la tarde”. Me viene esta frase a la cabeza al repasar la divertida comedia que Antonio Álamo estrena en el teatro Español porque quizá sea eso mismo lo que han pensado muchos de los espectadores que llenaban el patio de butacas con la intención, probablemente, de evadirse por unos momentos de los efectos deletéreos de la crisis: “qué mejor que una buena comedia para pasar la tarde”. Y no andaban muy descaminados, porque hubo diversión y carcajadas a raudales, y ya se sabe que la risa es el mejor antídoto contra las tribulaciones.

Pero no es sólo una frase, un juicio de valor sobre la función del teatro lo que relaciona el montaje que comentamos con la obra de Mihura. Tras el sarcasmo y el bronco trazo expresionista de Los enfermos o la sátira mordaz de Yo Satán, o de Caos, Antonio Álamo (Córdoba 1964) endereza por la senda de una comicidad más inofensiva, podríamos decir, menos ácida, más bufonesca; entre la ironía y el gusto por la frase ingeniosa de Wilde -no en vano la obra tiene como referente a la sociedad británica-, y el humor de situación de Mihura basado en la brillantez de los diálogos, en el malentendido, en la comicidad verbal y en la concatenación de situaciones inesperadas, chuscas o decididamente absurdas.

La obra es una hilarante y disparatada parodia de algunos de los tópicos más conspicuos de la sociedad británica de la primera mitad del siglo XX. Hay por así decirlo dos tramas superpuestas aglutinadas por la voz e instrucciones de una suerte de regisseur que actúa como intermediario entre el público y los actores de la compañía. A los conflictos de la supuesta obra representada, The tea is ready, que desarrolla básicamente la historia de un adulterio, se superponen los de la representación misma, que constituyen la trama principal, las peripecias de los miembros de la compañía a lo largo de los veinticinco años de rodaje de dicha obra por los escenarios londinenses, con dos guerras mundiales de por medio y con la consiguiente transformación que la sociedad experimentó en tan dilatado periodo de tiempo.

Pepa Gamboa mantiene con pulso firme el ritmo trepidante de la obra y dosifica con sabiduría los efectos de una comicidad más y más acentuada hasta un final delirante. El patrón del teatro dentro del teatro, brinda a los actores múltiples oportunidades de lucimiento, mientras saltan de uno a otro de los planos del desarrollo de la acción. Todos ellos están convincentes en sus respectivos, a veces múltiples roles. Destaca, quizá, la cordialidad y el leve tono entre irónico y benevolente del Instructor (Richard Collins-Moore) y el dandismo de cartón piedra de Mr. Bond (Moncho Sánchez-Diezma). Y sobresalen, desde luego, Joserra Leza y Ana Fernández. La interpretación del primero en el papel de Rice (un supuesto espectador que tienen que sustituir a Mr. Apple en el papel de Howell en el tercer y cuarto acto de la pieza) es antológica, deslumbrado por los focos, paralizado por el pánico escénico, deambulando por la escena como un zombi mientras repite como un disco rayado su frase emblemática, es la viva imagen del ridículo y provoca la hilaridad general. Ana Fernández (Mrs Blake, que hace de Eva) despliega asimismo un notable arsenal de recursos de la comicidad más primaria para encarnar a un personaje híbrido entre la sofisticación un tanto envarada de una lady Howell de opereta y la actrihttp://www.blogger.com/img/blank.gifz que la representa, una prima donna quisquillosa y frívola que necesita de todas sus buenas artes para dar una apariencia de naturalidad en ese descacharrante acto tercero arriba mencionado y no sucumbir a la incredulidad y la estupefacción.

Gordon Craig.

Veinticinco años menos un día (The tea is ready!).

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