martes, septiembre 30, 2008

POESÍA. Reencuentro con “la sala de lo penal” de Gonzalo Munilla.

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Hoy he vuelto a releer el poemario “la sala de lo penal” de Gonzalo Munilla. Y porque la poesía tiene esa magia que conmueve cada vez que vuelves a poner tus ojos sobre unos versos y porque las sensaciones que provoca cambian con cada lectura, pero la primigenia emoción que sentiste vuelve a aparecer, pero aderezada con tenues matices nuevos, y porque se trata de algo que quería realizar desde hace tiempo pero no he podido llevar a cabo hasta hoy, quería dedicarle a Gonzalo unas palabras, cálidas y agradecidas.

No corren buenos tiempos para la poesía, pero la poesía es la vida, es la expresión más profunda del alma, de esa voz interior que contesta sin vergüenza a la razón, y fundamenta lo que es el hombre moderno. Y sin embargo, y a pesar de todo lo anterior, no encontramos tiempo para disfrutar de ella, para aprehender la profundidad de su mensaje, para dejarnos contagiar por su humanidad, y no queremos entender su visionaria fotografía de la cruda realidad.

Sin embargo todavía existen valientes, como Gonzalo, que se atreven a sacar de dentro todo lo que sienten, y nos lo ofrecen gratuitamente, sin tapujos, sin caretas, y en vez de participar en un lacrimógeno programa vespertino de televisión, nos regalan unos conmovedores versos.

Como si tratase de un esbozo, una pincelada, de la teoría del “no” eterno retorno nietzscheciano, en la que no cabe una vuelta a atrás para remediar los errores ya cometidos, “su” historia de amor, cargada de cotidianidad, nos lleva hasta una encrucijada de final incierto, preñada de sinceridad, de ternura, de inocencia perdida y de lugares comunes; pero que deja abierto un pequeño resquicio por el que todavía entra luz, la luz de la ternura, del cariño, del amor.

Y mientras releo a Munilla, recuerdo una de las últimas escenas de “la insoportable levedad del ser” de Milan Kundera, cuando Teresa y Tomás se enfrentan a la muerte de Karenin, su perro. Teresa reflexiona sobre la inseguridad de su amor y su continua infelicidad: “El tiempo humano no da vueltas en redondo [como el de los animales], sino que sigue una trayectoria recta. Ese es el motivo por el cual el hombre no puede ser feliz, porque la felicidad es el deseo de repetir”. Pero a pesar de ello, creo, que como esa luz que nos muestra Gonzalo, algo dentro de nosotros nos lleva a continuar, a seguir, a volver a encontrar momentos de felicidad, diferentes, pero intensos y reales.

Sin permiso, pero esperando que el pequeño atrevimiento se olvide con unas cañas, os ofrezco unos cuantos poemas de Gonzalo Munilla.

“Casi besos”.

en mitad
de la noche
sus colillas
en carmines
bañadas
casi besos

“Punto medio”.

siempre me he preguntado
por esa línea
que dice si es Tirreno
o ya Mediterráneo
el mar en que te bañas...

parece que te ahogas
en ese punto
que establecen
los mapas
como medio

“Fantasmas”.

el día de verano
que tienda
mis fantasmas
ya no podrán secarse

serán cuerpos pesados por el llanto
quizá no sea oportuno hacer memoria

“Cenicienta”

las doce
menos cuarto
no sé
cómo decirte
lo que siento

“Una sola sombra”.

un susurro
al oído
y ese soplo
en la nuca
que despiertan al vello y los pezones
dormidos...

así recuerda el viento
que caminas
tras una sola sombra
en el otoño

“Confesión”

nadie ha vuelto a decirme
que te follen
que me dejes en paz
eres un crío
no entiendes
una mierda juramé
que no te subirás
en coches
de borrachos


Referencia: La sala de lo penal por Gonzalo Munilla. Sevilla: Editorial Point de lunettes, 2008. VI Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Morón” 2007.

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Editorial Point de lunettes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Manu...
Un abrazo fuerte hasta que lleguen esas cañas.