martes, enero 15, 2008

VIDA. Otra vez a vueltas con Chejov. Reflexión sobre los primeros encuentros con la real realidad.


Todavía perplejo e intentando asimilar en parte el potencial de “la gaviota” de Chejov, me he detenido en un fragmento del diálogo final entre Nina y Kostia. Nina, al reencontrarse con Kostia, y haber sufrido en sus propias carnes la crudeza de la vida, tras huir de su hogar por su amor desenfrenado hacia Treplev y para intentar que su sueño de ser actriz se pudiera convertir en realidad, le dice al joven escritor:

Nina: “ [...] Ahora sé, ahora comprendo, Kostia que en nuestros trabajos, como actores o escritores, lo importante no es la fama ni la gloria con la que yo soñaba, sino saber resistir manteniendo la fe. Debemos llevar nuestra cruz y confiar. Saber sufrir y tener fe. Yo tengo fe y por eso sufro tanto. Cuando pienso en mi vocación, no le tengo miedo a la vida [...]”.

Muchos de nosotros nacemos con una idea preconcebida de lo que nos rodea, de la realidad que nos espera una vez comenzamos a perder la inocencia propia de la niñez. En muchas ocasiones esa imagen idealizada de la realidad no coincide en nada con lo que nos rodea de verdad. Gran parte de los sueños, de los principios sobre los que sustentábamos el mundo que nos esperaba ahí fuera, se desvanecen, y otra gran cantidad se torna en pesadillas.

Ante tal desconcierto, algunos de nosotros, los que están preparados, afrontan las adversidades con una sonrisa y con fe, como sostiene Nina; pero muchos, optan por encerrarse en su mundo de Peter Pan, y sufriendo de veras, en vez de enfrentarse a la realidad tal cual es, se ausentan, huyen de las responsabilidades, y cada día que pasa se convierten en algo más cobardes, en seres asustadizos, y sobre todo comienzan a olvidarse de cada uno de ellos, de su ser, empiezan a desnaturalizar al ser humano y buscan responsabilidades siempre ajenas a uno mismo.

El gran Chejov todavía nos tiene que enseñar muchas cosas, y en una sociedad como la nuestra, agresiva e individualista, asfixiantemente inhumana, cada día que pasa se hace más acuciante volver al genio ruso, como cita Vasili Grossman en “Vida y destino” poniendo las palabras de Chejov en boca de su personaje Madiárov: “dejemos a un lado a Dios y las así llamadas grandes ideas progresistas; comencemos por el hombre, seamos buenos y atentos para con el hombre sea éste lo que sea: obispo, campesino, magnate industrial, prisionero de Sajalín, camarero de un restaurante; comencemos por amar, respetar y compadecer al hombre; sin eso no funcionará nada. A eso se le llama democracia”.

3 comentarios:

peterpanpais dijo...

Cuando el destino no nos permite llevar a cabo nuestros sueños hay que afrontar las adversidades con madurez y pensar en todo lo bueno que nos ofrece la vida y lo bueno que está por venir; cada día tenemos un pequeño regalo, seguro que habrá algún gesto o detalle por el que la jornada haya valido la pena.
El "mundo de Peter Pan" al que haces referencia no es el mismo que alude mi nick. Me gusta pensar que todos tenemos un Peter Pan porque todos conservamos parte del niño/a que fuimos, por ejemplo la ilusión.
(No sólo por los estados del yo que estudiábamos en Filosofía: Padre-Adulto-Niño...)
Un abrazo

Persio dijo...

Recuerdo la escena final de La Gaviota, en la que el criado se queda dentro de la dacha, sin poder salir hasta el año siguiente en que volverán los dueños. Y cómo se resigna.

¡Saludos, Doctor!

Doctor Brigato dijo...

Peterpais: Es tan complicado madurar... No me refería a tu nick cuando hablaba del mundo de Peter Pan: me refería al mundo de las nubes, a vivir embelesado en los sueños.
Persio: Gracias por tus palabras. Creo que Chejov nos tiene que enseñar todavía muchas cosas.